Siempre me ha fascinado la posibilidad que nos ofrece la vida de abordar el sentido de las cosas en abstracto, en esos espacios paralelos de subjetivos absolutos en los que no existen -ni existirán- vencedores ni tampoco vencidos. La inmensa libertad interior que nos permite dar sentido a cómo somos y, en fin, a lo que somos: “Ándeme yo caliente y ríase la gente” ¡Claro que sí! “Donde dije digo, digo Diego” ¡Tu derecho fundamental a cambiar de opinión! Un sesgo para cada quién. Para algunos, la ciencia es dogma de fe; otros delegan destinos y responsabilidades en el movimiento de los astros. También hay muchas, muchas corazonadas, pálpitos, intuiciones, convicciones con o sin fundamento. Y tan humano es equivocarse como acertar. Así somos: no existen reglas ni cortapisas en nuestro fuero interno donde somos juez y, también, parte. Podemos castigarnos e indultarnos a conveniencia. En el fondo de todo esto no existe otra cosa que el fabuloso derecho a ser nosotros mismos.
Si os preguntáis qué demonios tiene todo esto que ver con los Masajes Thai y con QiSen, ahora vamos con ello. Cualquiera que se interese mínimamente por los entresijos que oculta este arte o esta disciplina o esta técnica o comoquiera que cada uno decida considerarla, se hallará con un punto de partida idéntico: el Masaje Tailandés es una cosa antigua que viene de Oriente. “Antiguo” y “de Oriente” son términos que poseen una cualidad de fascinación difícil de resistir para nuestras cabezas occidentales, tan prácticas y bien amuebladas, embutidas en un sistema de valores y creencias muy permeable en el que suelen ser bien recibidas, entre otras, las cosas antiguas que vienen de Oriente. Afortunadamente, el Santo Oficio es agua pasada. Sin embargo, a diferencia, por ejemplo, de las momias egipcias o la escritura cuneiforme, el Masaje Tailandés está vivo, más allá de la reliquia o el fósil de museo. Vivo y libre; en QiSen damos fe de ello. Su buen estado de salud a lo largo de los siglos es su mejor carta de presentación.
Y es lógico: nuestros cuerpos son, básicamente, los mismos que hace mil o dos mil años. Una espalda contracturada del siglo XVI sigue siendo la misma espalda a comienzos del segundo milenio. Al astronauta que algún día pise Marte se le seguirá montando el gemelo por las noches. Y mientras la Inteligencia Artificial o la computación cuántica no den otra vuelta de tuerca a la civilización, nosotros, en QiSen, seguiremos siendo una sucursal de ese mundo antiguo y de oriente.
A la puerta de nuestro local acudirán todos esos cuerpos que apenas han cambiado con el pasar de los siglos, aunque su mentalidad sea absolutamente diferente. Algunos recurrirán a nosotros, acaso desencantados con los analgésicos o con la deshumanización de los sistemas de salud, y nos harán depositarios de sus dolores porque somos antiguos, orientales y estamos vivos. Otros nos visitarán hibridando curiosidad y padecimientos… adivina: ¡¡¡porque somos antiguos, orientales y estamos vivos!!!
Una gran mayoría confiará en los beneficios que conllevan todas esas presiones localizadas, amasamientos y estiramientos que son la base de un masaje que también incluye codos, rodillas y antebrazos si el área involucrada así lo aconseja… ¡y hasta pañuelos (Pah Kao Mah)!
La atracción que ejerce lo exótico, lo diferente, constituye uno de los valores añadidos del Masaje Thai. Y “valor añadido” en este contexto es un término que, a poco que uno se pare a reflexionar, evidencia toda esa lógica económica occidental que, en parte, viene a explicar el porqué de nuestro maravilloso proyecto en Sevilla.
Y también están las líneas energéticas; esos canales misteriosos que las manos del masajista Thai han de navegar, y que se confunden con las autopistas del sistema circulatorio y los vericuetos del sistema nervioso. Nuestros masajes o los masajes de Diana, que son uno y lo mismo, constituyen un ejercicio de meditación en movimiento, de exploración intuitiva, siempre presente detrás de todos esos puntos de presión y manipulaciones. Es desde ese plano indemostrable desde el que también interactuamos con vosotros. Y es posible también que esas Lineas Sen formen parte de los motivos que os llevan hasta nosotros: intenciones coincidentes.
A menudo nos da por pensar en estas cosas: qué es lo que os ha traído hasta aquí. Y empezamos a escribir sobre el asunto sin llegar a una conclusión, como podéis comprobar si la lectura os ha llevado al final de esta entrada. Al cabo, todo se resume en lo que hemos escrito unas líneas más arriba: el fabuloso derecho a ser nosotros mismos. Bienvenidos a QiSen.
